martes, 10 de enero de 2012

Sarna con gusto que pica

Yo ya es que no sé, estoy que no atino,
mucho me atontece tu hermosura...
En una de estas cumplo mi sino,
te cojo y te tiro a la basura.

Eso debí haber hecho yo al verte,
cuando nos presentaron los amigos;
así me hubiera ahorrado esta suerte
que sienta como si fuera castigo.

¿Quién habré sido en la otra vida?
¿Abogado, asesino, ladrón?
¿O tal vez un triste suicida?
Lo que fuera no tuvo perdón.

Conmigo se mosqueó El de Arriba
(o es muy corto de entendederas):
condenado a sufrir mientras viva
el contoneo de tus caderas.

Pero destos misterios qué sé yo...
¿Habrá una cura en alguna botica?
Tal vez agradeceré que me dio
esta sarna con gusto que sí pica.

No, no tengo remedio alguno:
se me viene a la mente en la cama,
viene a la boca en el desayuno...
O puede que sea adicto al drama...

Que los bardos lo canten un poquito
(o lo mismo da que el perro lo ladre):
Me puso delante lo más bonito
que vino a parir por coño una madre.