lunes, 30 de agosto de 2010

LA PUTA DE BABILONIA

Oh, tú, Querido Lector
que lees estos pseudo-versos,
¡he de advertirte! Esto no es calidad,
yo no soy uno de esos.

¡Frena tu lengua!
¡Esto no es un poema!
¡Es un fallo gramatical!
¡Y no es ningún problema!

Te ofrezco una anécdota, una diversión,
un divertimento, no una magna creación.
Relájate, relájate, no hay por que tener el culo agachado,
si te apetece leer verdadera poesía, feliz te recomiendo a Machado.
...

Sevilla, tarde, puente sobre el río,
lugar perfecto para fotos y pasiones,
siempre que puedas ignorar el ruido
de motos, coches y camiones.

Comen helado, miran mapas, señalan con el dedo:
los guiris explotan la situación.
Sus cámaras roban las almas
de buena parte de la población.

Dos de ellos me llaman la atención,
chico y chica, blancos inmaculados,
apoyándose en la barandilla,
dándose el lote, bien concentrados.

Al pasar a su lado, ella me mira,
empuja atrás a su amado amante
y, con acento tejano, sonríe
mientras dice "¡Hola, Caminante!"

Extiende el brazo, su mano,
me ofrece un papel, un folleto.
Me incomoda detener su faena,
así que, rápidamente, pillo el panfleto.

¡Santa Virgen! Esto si que no me lo espero:
"¿Crees en Dios?, ¿Quieres conocer el camino?,
¿Quieres saber cuál es tu verdadero destino?"
Miro atrás, ahí siguen, con su tema y con esmero.

Imposible. No creo ¡Qué delicia!
Blancos inmaculados.
¡Genial!, ¡Mormones!, ¡Qué malicia!
Ahí, bien concentrados.

¡Sí, Señor! Difundiendo la buena palabra de su profeta
mientras el diablillo le agarraba bien su santísima teta.
Toda una experta, veo, en estas ceremonias.
Más profesional que la Puta de Babilonia.

Misionera de Moroni, en dulce labor,
si así captas adeptos, ¡cáptame, por favor!