Una piedra de bordes afilados contemplaba el paisaje desde el desfiladero rojizo donde se hallaba.
De pronto, algo cayó justo al lado suyo.
Se trataba de un guijarro de cantos redondeados que parecía aturdido por algo.
“Buenas.” Saludó la piedra afilada.
“Eh, hola.”
“No eres de por aquí ¿no?”
“Creo que no.”
“No pretendo ser desagradable pero… ¿De donde demonios has salido tú?”
“Bueno… realmente no lo sé.”
“El golpe debe haberte dejado conmocionado… seguro que dentro de un rato te acuerdas de todo.”
“Recuerdo que estaba en la orilla de un río… Recuerdo una mano humana… Recuerdo volar… Recuerdo un bolsillo… Recuerdo volar nuevamente… y luego, solamente recuerdo caer aquí.”
“Es más o menos la misma historia que me contó aquel ladrillo. Debéis ser parientes… en fin, disfruta de la vista… vas a estar aquí mucho tiempo.”
Se hizo un silencio incomodo.