Duele la pérdida de nada,
la falta de pulso de la ilusión,
ser un artista-parche,
un trilólogo en Nueva York.
Duele el tiempo dedicado
a pintar una vida de juguete,
a plantar plantas de plástico,
a revelar un falsísimo carrete.
Hace daño la música, la poesía,
las constantes manos cogidas,
Hace daño decirte te quiero
y decírtetelo sin paracaídas.