Ser rubia no te justifica,
ni la otra rubia
en su buena barrica,
ni el vino
en tu graciosa barriga,
ni "me voy que
me aprieta la vejiga",
ni la carretera
como fácil salida,
ni tu lágrima
de niña perdida,
ni tu boca
quedándose sin saliva...
tener a mi corazón
pidiendo una lavativa.
A ver, tesoro, cómo justificas
llenarme la sangre con pesticidas,
sangrarme la pasión a medicinas,
medicarme mis justas siete vidas.