martes, 9 de noviembre de 2010

Soneto para un león muerto

Descúbranse, señores, su cabeza,
hagan una solemne reverencia,
póstrense con fuerte vehemencia
ante el león muerto de dura tristeza.

Recibió muerte por lanza y capote,
agonía por feo frío y fausto fuego,
ponzoña que quemó su santo ego
con veneno, lodo, sangre y chapapote.

Lloren ustedes, mis señores, mis señoras,
la muerte de uno de los más nobles leones:
guardaba a su dama siempre, a todas horas.

Ha muerto de amor hipócrita, Casa de Eros es,
donde las mujeres ya no quieren ser princesas
y los chicos sí echan de menos ser como héroes.